La incapacidad de procesar el exceso de información de algo tan perturbador como el Covid-19 le provocó insomnio a Angélica.
Con la alteración en el ritmo del sueño vino luego la falta de apetito, irritación, ansiedad, estrés y dolores de cabeza.
La joven estudiante de 21 años dormía antes siete u ocho horas, descansaba bien y hacía todos sus deberes, pero en siete meses de pandemia solo lo hace por tres o cuatro horas. “Me veo desgastada y muy cansada, muy estresada, pálida y demasiado ansiosa”, añadió sobre cómo el insomnio también ha afectado su condición física.
Aunque se define como muy aplicada en sus clases, a veces entra tarde a la docencia virtual porque no se levanta a tiempo. “Me da pereza, ya no tengo las mismas energías”, indicó la joven, a quien también le causa mucha tristeza y aburrimiento no asistir a las clases presenciales y a reuniones sociales. Mas Detalles…….