Por primera vez, desde que el cristianismo llegó a nuestra isla hace 528 años, los obispos de todas las diócesis del país celebraron la Misa Crismal del Jueves Santo sin la presencia de sus sacerdotes y del pueblo católico, que se mantuvieron, unos confinados en sus respectivas parroquias, y los otros en sus casas, debido a la emergencia por el coronavirus.
Es una tradición en todo el mundo que los obispos celebren esta misa con todos sus sacerdotes en sus respectivas catedrales y, en primer lugar, el Papa que preside esta ceremonia litúrgica con los cardenales de la curia y los sacerdotes de la diócesis de Roma, en las primeras horas de la mañana de cada Jueves Santo. (Seguir Leyendo)